
Es decir, algo más de un 20 por ciento de los usuarios con un dispositivo con capacidad Wi-Fi, como por ejemplo los dueños de iPhone, BlackBerry y algunos de la serie “N” de Nokia, acceden a los servicios de datos para realizar compras a través de redes Wi-Fi. Dice el reporte de Bango que esto es perjudicial para operadores y desarrolladores de contenido –aunque no tenemos claro por qué la tecnología de acceso debería importarle a un proveedor de contenido, cuando no genera ingreso por la transmisión de datos en las redes 3G-.
El estudio comenta que los usuarios prefieren conectarse a redes Wi-Fi cuando éstas están disponibles, y que incluso los dispositivos están configurados para favorecer la red Wi-Fi en caso de que ambas, ésta y la red 3G, estén disponibles. Mientras tanto, continúa el reporte, los operadores bloquean el acceso a sus portales desde Wi-Fi, eliminando la posibilidad de que el usuario pueda acceder y comprar los contenidos allí disponibles.
Está claro, pues, que con la creciente venta de dispositivos inteligentes que generan gran ARPU de datos, pero que también dejan escapar ingresos por contar con Wi-Fi integrado, los operadores deben adoptar una estrategia Wi-Fi/3G cuando comercializan y subsidian estos dispositivos.
La situación se complica con la llegada de las tiendas de aplicaciones asociadas a los fabricantes de dispositivos. App Store de Apple puede ser accedido a través de la red 3G y Wi-Fi; en ambos casos, el fabricante del iPhone se beneficia de la compra de aplicaciones, mientras que el operador, independientemente de desde dónde se haga la compra, sólo genera por el tráfico de datos, el cual cada vez más se ofrece en paquetes de accesos semi ilimitados.
Por lo tanto, a medida que las presiones competitivas fuerzan a los operadores a ofrecer más capacidad de datos a menores precios, es casi irrelevante desde dónde se compren las aplicaciones, si éstas se encuentran en tiendas virtuales de los fabricantes de dispositivos. De hecho, en esta circunstancia, hasta sería más favorable que el usuario utilice la red Wi-Fi del hogar para acceder a estas aplicaciones, en lugar de obligar al operador a incurrir en costos en la transmisión de datos para la venta de una aplicación por la cual no reciben rédito.
Ahora entienden por qué nuestro titular estaba en formato de pregunta.
Esto nos lleva al debate de las “tuberías tontas” y a saber distinguir entre un modelo de negocio basado en los servicios, y otro en el acceso y transmisión de datos. Si los operadores cuentan con una tienda virtual competitiva que provoca que el usuario prefiera visitarla por encima de la de los fabricantes, la tecnología de acceso es irrelevante nuevamente, lo importante es que accedan al contenido de pago y compren. Si lo hacen por 3G, hay unos costos asociados al envío para el operador, aún cuando el usuario paga un precio fijo por el acceso. Si la aplicación se adquiere a través de Wi-Fi, no hay costos de transmisión para el operador celular.
El problema de los operadores pues, no es la existencia de dispositivos Wi-Fi –que además crecerán de forma muy rápida en los próximos años-, sino el contar con una robusta oferta de servicios, o asociarse con acuerdos de revenue share con los proveedores de servicios, para integrar toda la facturación y hacerla más transparente y cómoda para el usuario.
Pensar que una tecnología de acceso en particular, en este caso Wi-Fi, es la causa de la pérdida de ingreso, es precisamente la mentalidad que está acercando a los operadores a ser lo que más temen: tuberías.
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